Un crimen impune en Ituzaingó

por Rolando Goyaud


Emilio Cornelio Agrelo (1863-1963), casado con Carmen Maldonado, fue ingeniero y arquitecto. Construyó la Galería Pacífico y el Hospital Pirovano y fue ministro de gobierno en la provincia de Salta. Su hijo también Emilio, se casó con Aldemira Antucci.

Los Agrelo viajaban permanentemente a su quinta de Ituzaingó por problemas respiratorios de uno de sus hijos, en la creencia que la altura de la localidad era terapéutica. El predio fue una estanzuela de 38 hectáreas, posteriormente Colonia de Crónicos y Convalecientes y luego Hogar Martín Rodríguez, incrementada a 43 hectáreas.

En 1997 en una investigación que realicé para el libro Ituzaingó, al Oeste de Buenos Aires, la señora María Luisa Nasuti Pirotto de Divitorio (1913) me brindó el siguiente testimonio, que quedó grabado para el Archivo de la Palabra del Museo, el cual puede ser consultado por historiadores, investigadores y periodistas, en la Institución.

“En el periodo 1914-1918 Europa estaba en guerra. En Ituzaingó la partera Josefa Raigosi de Pescio logró rescatar a su hermana Ángela (20) que vivía en Italia y traerla a la Argentina. La muchacha vino a Ituzaingó y debido a los relaciones de la partera logró colocarse como mucama en la quinta de los Agrelo. Al poco tiempo le rogó a su hermana que la sacara de ese lugar porque el “niño” (Emilio) la acosaba. Josefa prometió buscarle otro trabajo. Un domingo volvió Ángela desconsolada y llorando amargamente, por lo que la hermana prometió ocuparse inmediatamente, pero al día siguiente su cuerpo apareció violada y con un tiro en la sien. Entonces comenzó el “vía crucis” de la familia yendo a comisarías y juzgados en busca de justicia, pero se enfrentaban con una familia rica. Hasta que un día llegaron a la casa de la partera un juez de paz, un abogado y un policía y éstas fueron sus palabras, dichas a viva voz: “El señor Agrelo no se encuentra en su casa ni en ningún lugar donde solía frecuentar, por lo tanto queda prohibido ir a molestar a la familia”. Por amistad, los restos descansan en el cementerio de Morón en la bóveda de mi abuelo Félix Pirotto. Pero tarde o temprano surgirá la verdad.”. Al terminar su relato me pidió que el Museo “haga justicia”.

La investigación condujo al Cementerio de Morón. El director informó que hasta el año 1927 los libros habían sido quemados por una mafia, para quedarse con los títulos de las bóvedas. Un paciente rastreo permitió ubicar la bóveda; el sepulturero sólo sabía que una pareja de ancianos la visitaba aproximadamente cada 6 meses. Como las diversas llaves no abrían el candado, el director consiguió una llave maestra que tampoco abrió, ofreciendo romper el candado. Convenimos en que primero trataríamos de encontrar a su propietarios. En Marzo de 1999, el Museo acompañó a la Municipalidad de Ituzaingó en un desembarco cultural en la Ciudad de Buenos Aires. Fue cuando localicé al matrimonio Pirotto, dueños de la bóveda quienes confirmaron que ya no había ataúdes de la época.

El profesor Ricardo Castillo, en ese momento director del Instituto Histórico del Museo de Ituzaingó, ubicó telefónicamente a los Agrelo en la Capital Federal y los consultó sobre un hecho de sangre ocurrido en su chalet de Ituzaingó, quienes afirmaron: “nosotros no tuvimos nada que ver con esa mujer”.

El señor Oscar Melano, descendiente de una familia pionera tradicional de Ituzaingó brindó el siguiente testimonio: “Mi padre me dijo que en todo el pueblo se comentaba que el hijo de Agrelo había matado a la sirviente en su chalet de Iriarte, entre Clierment (Hoy Dr. Gelpi) y Laguna, al que llamaban “de la lechuza”, porque las aves usaban como nido el mirador del primer piso… Josefa Raigosi de Pescio fue la partera del pueblo que trajo al mundo a medio Ituzaingó. Vivía en la calle Sarmiento (24 de Octubre) y Ombú (Orcadas).”

2 comentarios:

La Voz de Ituzaingó dijo...

Excelente idea que algo que a algunos puede parecer tan "vetusto y obsoleto" como un Museo... se muestre en algo tan nuevo como internet.
¡Celebro la idea y el reconocimiento a la tarea desinteresada, honesta y despiadadamente ardua de Rolando Goyaud!.

Prof.Franceschi dijo...
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